Buenos días.
Al igual que a miles de ciudadanos que tenemos calefacción central en nuestros hogares, me han instalado repartidores de costes de calefacción en cada radiador de mi vivienda. Dichos dispositivos conectan de forma inalambrica con una centralita que recopila los datos de cada radiador utilizando protocolo Modbus vía radio con especificaciones 802.15.4, que forman una red privada industrial. La mayor parte de los dispositivos deben utilizar grandes potencias de emisión ya que operan en lugares, como cuartos de calderas, y alcanzan coberturas de hasta 1000m.
Dado que M-Bus wireless opera sobre una frecuencia de 868MHz y que hay un dispositivo en cada habitación de la vivienda (alguno muy próximo a las camas), me preocupa el que pueda haber efectos nocivos sobre la salud o los ritmos circadianos.
Les agradecería que me indicaran si hay algún estudio al respecto que haya llegado a una conclusión sobre los puntos que me preocupan así como su opinión acerca de estar sometidos a estas radiaciones teniendo en cuenta que los vecinos mas próximos a la centralita recibirán una tasa de radiación mayor.
Muchas gracias por su atención.
Muchas gracias por su consulta y por la amplia información contenida en ella; información de la que carecíamos, porque esos datos no están fácilmente disponibles para aquellos que no somos técnicos del ramo. Como usted sabrá, desde un punto legal, las radiaciones de radiofrecuencias/microondas (RF/MW) emitidas por los equipos objeto de su consulta no rebasan los umbrales de seguridad sobre exposición del público a radiaciones no ionizantes (RNI) de frecuencia f 3000 GHz [1]. Eso es así porque tales umbrales están diseñados para garantizar que una exposición breve (de unos pocos minutos) no inducirá incrementos térmicos ▲T ≥ 1 oC de los tejidos u órganos humanos irradiados. Por lo tanto, la legislación vigente no tiene en cuenta la posibilidad de efectos indeseados por exposiciones crónicas, residenciales u ocupacionales, a RNI subumbral: subtérmicas o microtérmicas.
Es cierto que algunos estudios experimentales y epidemiológicos han encontrado indicios de efectos de RNI subtérmicas en el rango de las RF/MW utilizadas en sistemas de comunicación inalámbrica, que podrían ejercer alguna influencia en el desarrollo de procesos cancerosos en humanos (Véase, por ejemplo: IARC-WHO, 2011 o EPRS, 2021 [2]). Sin embargo, nosotros no hemos encontrado bibliografía sobre potenciales efectos biológicos por exposición a la frecuencia concreta de las emisiones objeto de su consulta (868 MHz). Eso no tiene nada de extraño, ya que hasta ahora esa ha sido una frecuencia poco utilizada y no considerada objeto del interés suficiente para investigar experimentalmente sus posibles efectos en sistemas biológicos. Y tampoco se ha abordado su estudio desde un punto de vista epidemiológico, ya que no ha habido una población suficientemente amplia expuesta residencial y crónicamente a RNI de esa frecuencia, y solo de esa frecuencia y de ese patrón específico de señal. En otras palabras, no tenemos indicios de que la exposición crónica a ese tipo concreto de señales resulte ser nociva en el medio o el largo plazo; pero tampoco podemos garantizar la absoluta inocuidad de dichas señales, que son ubicuas en todo el volumen de la vivienda y poseen potencias suficientemente elevadas para llegar a una centralita ubicada en un sótano apartado, después de atravesar techos y muros de más de una decena de apartamentos. Simplemente, no sabemos. Otra cuestión relevante para este caso, que hasta ahora no hemos podido abordar por falta de información, es cuántas veces por hora, al día, al mes… se comunica cada uno de esos repartidores de costes con la centralita. Porque se intuye que, de existir algún bioefecto de esas señales, no será el mismo en el caso de una exposición por minuto que en el de una al mes. Y si la minimización de las exposiciones es materia de interés para los ciudadanos (la de usted no es la primera consulta que recibimos sobre el tema de los repartidores), nos preguntamos si no sería conveniente considerar la posibilidad de instalar un solo contador de energía térmica, colocado a la entrada del conducto calefactor de las viviendas, en lugar de instalar tantos repartidores de costes como radiadores existan en las habitaciones. Tal estrategia podría también contribuir a mitigar una problemática reciente y no trivial que afecta a vecindarios con repartidores de costes y otros contadores de comunicación inalámbrica. Nos referimos al incremento de personas que son o creen ser electrohipersensibles (EHS). Estas personas alegan que la exposición a campos electromagnéticos de RF/MW y/o de frecuencias más bajas, afectan severamente a su salud, provocándoles dolores de cabeza, insomnio, mareos o erupciones cutáneas, entre otros síntomas, que en ocasiones resultan incapacitantes. Existen a día de hoy varias sentencias judiciales, basadas en diagnósticos médicos de EHS, que permiten a un vecino rechazar la instalación en su vivienda de contadores inalámbricos.