Básicamente, la antena (exterior o integrada) de los antiguos teléfonos celulares emite radioseñales de intensidades relativamente elevadas cuando, en el curso de una conversación, el usuario toma la palabra, y cuando periódicamente el teléfono envía una señal de localización que será recibida por la estación base que da servicio a la célula correspondiente. Los modelos más avanzados tienen varias antenas integradas que se comunican casi constantemente con equipos receptores/emisores más numerosos y más próximos (estaciones base de telefonía, enrutadores Wi-Fi, sistemas Wi-Max…) que los existentes tiempo atrás. Por eso, en general, las señales emitidas por los nuevos modelos serían menos intensas pero más numerosas, variadas (señales con diferentes patrones) frecuentes y duraderas que las utilizadas por los modelos originales.